Puerto Rico se encuentra en la ruta de los huracanes tropicales en el Caribe, sufriendo en promedio los efectos directos e indirectos de un disturbio tropical cada diez años. Datos históricos establecen que desde 1502 hasta el 1989, un total de 108 huracanes o tormentas tropicales afectaron directa o indirectamente a Puerto Rico (Quiñones, 1992). Entre 1989 y el 2022, la Isla fue afectada por los siguientes huracanes o tormentas tropicales: Hugo (1989); Hortense (1996); Georges (1998); la tormenta tropical Jeanne (2004); Irene (2011); María (2017); y Fiona (2022). El huracán más destructivo de la historia de Puerto Rico probablemente fue San Ciriaco, que azotó a la Isla el 8 de agosto de 1899. Dejó una secuela de 3,000 muertos y una agricultura arruinada. El huracán San Felipe II (13 de septiembre de 1928) causó la pérdida de 300 vidas y daños aproximados de $50-85 millones (DRNA, 1980). En agosto del 2011, el huracán Irene azotó sectores del este-noreste de Puerto Rico, ocasionando hasta 20 pulgadas de lluvia en varias cuencas e inundaciones severas. María, huracán de categoría 5, impactó severamente gran parte de PR los días 17, ocasionando cerca de 2,950 decesos; daños a 250,000 residencias y estructuras públicas y privadas; derrumbe de unos 50 puentes; deforestación severa en la mayor parte de los bosques en la isla; así como inundaciones severas en varios valles en el sur y norte de la isla.. Desde el punto de vista del agua en Puerto Rico, los huracanes generalmente generan lluvias intensas con acumulaciones de hasta 30 pulgadas en 24 horas, resultando en escorrentías severas e inundaciones frecuentes. Aparte de su efecto destructor sobre la infraestructura de la isla, estos eventos impactan en forma positiva y negativa los ríos, embalses, acuíferos y estuarios. Las altas escorrentías en quebradas y rios renuevan sus cauces y generalmente mejoran la calidad del agua, excepto por el transporte y acumulación de sedimentos. Los acuíferos reciben recargas que ayudan a sostener su equilibrio dinámico y abastecer los manantiales y tramos de rios y lagunas costaneras que alimentan. Los embalses se llenan de agua proveyendo reservas para consumo y riego, pero recibiendo grandes cantidades de sedimentos lo cual reduce su capacidad útil. Los sistemas naturales de la Isla, incluyendo las cuencas y la fauna y flora que las habita, se han adaptado a estos eventos periódicos de extremos de vientos y lluvias. La trayectoria de los huracanes importantes que han afectado a Puerto Rico desde 1899 se ilustra en la figura siguiente, así como la distribución aproximada de la precipitación causada durante el paso de María el 17-18 de septiembre de 2017.